Bailando a ciegas
Victorine Floyd perdió toda su visión hace alrededor de 35 años, pasando en un breve plazo de una vista completa a una ceguera completa. Cuando le diagnosticaron un tumor no había medios disponibles en la isla de Antigua, en la que vivía, así que intentó desplazarse a New York para ser operada, pero fue demasiado tarde. Desde entonces vive en esa ciudad, que nunca ha llegado a ver.
Victorine forma parte de un colectivo de fotógrafos invidentes (Seeing with Photography Colective) que trabajan junto a asistentes videntes, quienes preparan el encuadre siguiendo sus indicaciones. Juega con la luz como si incorporase ondas rítmicas, haciendo que las luces bailen como baila ella durante las sesiones. Con sus fotografías se muestra bastante radical: con ellas quiere ofrecer una idea sobre cómo ella imagina que se ven las cosas, sin admitir ningún tipo de retoque digital.
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